Todas conocemos las maravillosas virtudes que el ejercicio físico tiene para nuestra salud: mejora la circulación, regula la presión arterialy ayuda a mantenernos en nuestro peso. Sin embargo, estudios científicos publicados en Proceedings of the National Academy of Sciences, aseguran también que practicar con frecuencia algún tipo de actividad física, ayuda a mantenernos jóvenes.
Pero ¿cómo nos ayuda el ejercicio a mantenernos jóvenes? Al parecer, influye directamente sobre los procesos de regeneración celular, reparando las estructuras dañadas de las mitocondrias (la parte de las células que se encarga de suministrarle energía).
El buen estado de las mitocondrias es indispensable para que las células realicen con éxito sus funciones. Cuando nuestras mitocondrias se mantienen jóvenes, nuestros órganos trabajan correctamente y este hecho se refleja en nuestro aspecto exterior: la piel se mantiene más firme y elástica, el cabello se vuelve más fuerte, etc.
Para averiguar este dato, los autores del estudio modificaron genéticamente el funcionamiento de las mitocondrias de un grupo de ratones impidiendo su proceso natural de reparación. Cuando cumplieron tres meses (el equivalente a 20 años en los humanos), a la mitad de los ratones les permitieron hacer ejercicio (correr en una rueda durante 45 minutos, tres veces a la semana) mientras el resto del grupo llevaba una vida sedentaria.
Cinco meses después (cuando todos los ratones contaban con ocho meses, el equivalente a 60 años en los humanos) los ratones sedentarios mostraban evidentes signos de envejecimiento (canas, pérdida de pelo y de masa cerebral, debilidad muscular) y apenas se movían. En cambio, los que habían estado haciendo ejercicio tenían un pelo sano y fuerte y mantenían su masa cerebral y muscular. Su corazón y órganos sexuales también estaban en buenas condiciones, a diferencia de los ratones inactivos.
En cuanto a la reparación celular, los responsables del informe comprobaron que los ratones activos tenían más mitocondrias en total y menos con las mutaciones celulares con las que habían sido programados. En un año todos los ratones sedentarios habían muerto y, en cambio, ninguno de los activos falleció por causas naturales durante este periodo.
¿Cómo influye el ejercicio físico en este proceso? Parece ser, según los autores de la investigación, que correr aumenta la producción en el organismo de una proteína (PGC-1alfa) estrechamente vinculada al buen funcionamiento de las mitocondrias.
El entrenamiento que llevaron a cabo los ratones “equivale a recorrer 10 km en 50-55 minutos en los humanos”.
Ésto no quiere decir que otro tipo de actividad física cardiovascular no pueda ser de ayuda: nadar, hacer ciclismo, patinar, bailar pueden ser tanto o más útiles que correr para mantenernos en forma. Lo importante es estaractivas en la medida en que nos lo permitan nuestros quehaceres: por nuestra salud, por nuestra belleza y por satisfacción personal.
El buen estado de las mitocondrias es indispensable para que las células realicen con éxito sus funciones. Cuando nuestras mitocondrias se mantienen jóvenes, nuestros órganos trabajan correctamente y este hecho se refleja en nuestro aspecto exterior: la piel se mantiene más firme y elástica, el cabello se vuelve más fuerte, etc.
Para averiguar este dato, los autores del estudio modificaron genéticamente el funcionamiento de las mitocondrias de un grupo de ratones impidiendo su proceso natural de reparación. Cuando cumplieron tres meses (el equivalente a 20 años en los humanos), a la mitad de los ratones les permitieron hacer ejercicio (correr en una rueda durante 45 minutos, tres veces a la semana) mientras el resto del grupo llevaba una vida sedentaria.
Cinco meses después (cuando todos los ratones contaban con ocho meses, el equivalente a 60 años en los humanos) los ratones sedentarios mostraban evidentes signos de envejecimiento (canas, pérdida de pelo y de masa cerebral, debilidad muscular) y apenas se movían. En cambio, los que habían estado haciendo ejercicio tenían un pelo sano y fuerte y mantenían su masa cerebral y muscular. Su corazón y órganos sexuales también estaban en buenas condiciones, a diferencia de los ratones inactivos.
En cuanto a la reparación celular, los responsables del informe comprobaron que los ratones activos tenían más mitocondrias en total y menos con las mutaciones celulares con las que habían sido programados. En un año todos los ratones sedentarios habían muerto y, en cambio, ninguno de los activos falleció por causas naturales durante este periodo.
¿Cómo influye el ejercicio físico en este proceso? Parece ser, según los autores de la investigación, que correr aumenta la producción en el organismo de una proteína (PGC-1alfa) estrechamente vinculada al buen funcionamiento de las mitocondrias.
El entrenamiento que llevaron a cabo los ratones “equivale a recorrer 10 km en 50-55 minutos en los humanos”.
Ésto no quiere decir que otro tipo de actividad física cardiovascular no pueda ser de ayuda: nadar, hacer ciclismo, patinar, bailar pueden ser tanto o más útiles que correr para mantenernos en forma. Lo importante es estaractivas en la medida en que nos lo permitan nuestros quehaceres: por nuestra salud, por nuestra belleza y por satisfacción personal.
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